TIMBERLAKE, AMY
Nadie quiere una mofeta. No se abre la puerta a una mofeta. No se la invita a pasar. Especialmente, si en la casa se desarrolla una «importante labor petrológica». Y, por supuesto, jamás se debería permitir que se mudara allí. Pero Mofeto ha llegado a casa de Tejón para quedarse, y no hay nada que él pueda hacer al respecto. Aunque su mundo se ponga patas arriba.